Hay obras de ciencia ficción que te marcan por dentro, que dejan huellas reconocibles, que suponen un antes y un después.
Y ésta es una de ellas.
Su brevedad y delicadeza. Su desesperación y aridez. La descripción incomparable de vidas grises en un mundo gris. En un universo gris. Sus personajes atrapados en la inercia de la vida, no dejan indiferente.
Cada capítulo una pequeña historia, todo formando un mosaico irrepetible en intensidad y riqueza.
En un mundo lejano, el oficio mas apreciado (y esclavo) es el de tejedor de cabellos. Cada uno de estos artesanos, tejen durante toda su vida una única alfombra, con el pelo de sus esposas y concubinas. Una alfombra que tendrá el honor de cubrir el suelo del palacio del Gran Emperador, una figura todopoderosa y mística, que domina todas las vidas de los habitantes del planeta.
Las comparaciones con Ursula K LeGuin (y su La mano izquierda de la oscuridad, y Los desposeídos) no son gratuitas, y las imágenes que evoca (y su melancolía y tristeza) se quedan contigo para siempre.
Uno de esos imprescindibles.
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