Camino, es una niña esencialmente feliz, y hace feliz a todos los que la rodean. Su madre, ferviente creyente y miembro activo del Opus Dei, le inculca su fe en todos y cada uno de los pasos que emprende, no siempre visto con buenos ojos, por un padre amoroso, pero pasivo.
La desgracia se cierne sobre la niña cuando empieza a enfermar, a la vez que descubre a su primer amor. Su inocencia y su fe nunca se tambalean, intentando traer alegría a los demás, aún en sus desafortunadas circunstancias.
El film retrata a una familia bajo la influencia de esa rama de la iglesia católica tan extremista en sus acciones, el Opus Dei, a veces incluso me he sentido violentada por ese fervor, que parece arrastrarlo todo, las ilusiones y sueños de una niña, que no quiere mas que la consuelen en su sufrimiento, y las de una madre, cegada por la fe, pero que al menos le ofrece consuelo. El retrato, nunca caricaturesco, sino directo y veraz, es doloroso de ver.
Los pasajes oníricos, que la protagonista nos regala, rompen ese ritmo dramático del film, cosa necesaria cuando, como yo, llevas llorando desde el principio de la peli, sí, mi lágrima fácil ataca de nuevo.
Destaco la interpretación de Nerea Camacho, la niña, siempre contenta, capaz de contagiarnos ese amor naciente en ella, y la de Carme Elias, la amnegada madre, que se enfrenta a un papel muy difícil, mientras miraba la película no todas mis simpatías estaban con ella, precisamente.
Y hay que ver qué cambio para el director, Javier Fesser, ni temática ni estética parecidas a sus primeros films como El milagro de P. Tinto o La gran aventura de Mortadelo y Filemón.
Puntuación: 7
Ficha
La desgracia se cierne sobre la niña cuando empieza a enfermar, a la vez que descubre a su primer amor. Su inocencia y su fe nunca se tambalean, intentando traer alegría a los demás, aún en sus desafortunadas circunstancias.
El film retrata a una familia bajo la influencia de esa rama de la iglesia católica tan extremista en sus acciones, el Opus Dei, a veces incluso me he sentido violentada por ese fervor, que parece arrastrarlo todo, las ilusiones y sueños de una niña, que no quiere mas que la consuelen en su sufrimiento, y las de una madre, cegada por la fe, pero que al menos le ofrece consuelo. El retrato, nunca caricaturesco, sino directo y veraz, es doloroso de ver.
Los pasajes oníricos, que la protagonista nos regala, rompen ese ritmo dramático del film, cosa necesaria cuando, como yo, llevas llorando desde el principio de la peli, sí, mi lágrima fácil ataca de nuevo.
Destaco la interpretación de Nerea Camacho, la niña, siempre contenta, capaz de contagiarnos ese amor naciente en ella, y la de Carme Elias, la amnegada madre, que se enfrenta a un papel muy difícil, mientras miraba la película no todas mis simpatías estaban con ella, precisamente.
Y hay que ver qué cambio para el director, Javier Fesser, ni temática ni estética parecidas a sus primeros films como El milagro de P. Tinto o La gran aventura de Mortadelo y Filemón.
Puntuación: 7
Ficha