La elegancia del erizo - Muriel Barbery

Renée Michel lleva 27 años siendo la portera en un edificio de gente adinerada. Aparentemente es la típica portera, analfabeta, gruñona, de pocas luces... aparentemente. En realidad lee ávidamente a Tolstoy y está enganchada al cine japonés de Ozu, adora a los pintores holandeses como Vermeer y se deleita con la belleza de la música clásica. Es un auténtico erizo lleno de espinas en el exterior pero con un corazón cálido en el interior.
Su vida se ve trastocada y su fachada descubierta cuando se traslada un nuevo vecino, un comerciante japonés, en el que encontrará su alma gemela.
Me lo dejó mi madre, diciéndome te va a gustar, yo levanté una ceja (es algo que hago a menudo) y me lo llevé a mi guarida.
De principio lento, con cortos capítulos que explican apenas hechos, pero muchas relaciones y reacciones, nos encontramos con una especie de Amelie ya adulta, sola, pero deseosa de compartir la belleza que ella ve en las cosas. Solo tiene que encontrar la situación perfecta, el amigo perfecto que le arranque las espinas. Todo rodeado del delicioso olor de las camelias.
Vale, mi madre tenía razón. Me ha gustado. Lo que no deja de aterrorizarme ¿me conoce mi madre mas que yo? Mas de una vez se me ha pasado por la cabeza que tiene poderes especiales, que es capaz de leer mi pensamiento, antes de que yo ni siquiera lo piense. ¿Son todas las madres así? Es un gran complot mundial, la dominación de las madres por resistencia pasiva y acción de desgaste, con miradas reprobadoras (que taladran cerebros) y sonrisas cómplices ante nuestros secretos. Es cierto, las madres lo saben todo.
Vaya, creo que no voy a dormir bien esta noche.