Gair, un joven condenado a muerte por brujería, ya que la música suena con fuerza en su interior, se salva de su aciago destino, casi milagrosamente, con una marca a fuego en su mano y una orden de destierro.
Ayudado por Alderan, un anciano misterioso, emprende un viaje de aprendizaje y descubrimiento, cuya meta será Pernglas, las casa donde la orden de los gaeden entrenan para proteger el Velo, que separa nuestro mundo del de los demonios.
Aunque puede que la iglesia que condenó a Gair no esté tan dispuesta a dejarlo marchar, tras él, el cazabrujos le sigue la pista.
Lejos, en las montañas, Masen, un gaeden que vive protegiendo el Velo, ve como un desgarro puede poner en peligro a todo su mundo.
En la casa de la orden, Gair aprenderá a dominar su don, mientras amistades y rivalidades entre los demás alumnos se forjan y un romance, casi imposible, nace entre Gair y una de sus mentoras.
Y nueva saga de fantasía que me trago.
Y eso que quería descansar un poco del género, después de los de Harry Potter.
Publicitarla como la mejor novela de fantasía desde El nombre del viento es algo excesivo, la verdad.
No está mal, y se la ve con futuro, a pesar de la precipitación de algunos momentos, que hace del impacto pretendido una mera caricia y un final que podría haber sido mucho mas emocionante.
Personajes algo bidimensonales, mas que nada por ser arquetípicos y sin originalidad, la novela se despacha en un pis pas, no diré que deja con ganas de mas, aunque ciertamente no daría ascos a averiguar mas sobre los misterios apenas nombrados.
Cuando salgan los siguientes veremos si sigo con ganas de averiguarlos.
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