Y ya he despachado la segunda parte de la trilogía de Abrecrombie.
Sigue en la misma linea que la primera, pero mejor. Se nota que la escritura del autor va evolucionando a medida que escribe (como en tantos otros escritores de fantasía) y su historia se hace grande e inolvidable.
Lo que mas me gusta es que nuestros heroes, no son tales, tampoco es que sean antihéroes, mas bien son personas no muy simpáticas, con un montón de defectos y pocas virtudes, que arrastradas por el destino (o un Primer Mago metomentodo) viven unas cuantas aventuras (y asedios y torturas) en sus carnes. Y aún así, te caen bien, y quieres conocerlos.
Si en el libro anterior toda la acción se centraba en Adua, la capital del reino, ahora la linea argumental se divide claramente en tres:
El mago, El Sanguinario, Ferro y el niño bonito viajando hacia el Confín del mundo, buscando un arma para destruir a los malos.
El comandante West en el frente Norte, batallando junto al príncipe (¡vaya capullo de cuidado!).
Y nuestro inquisidor favorito, Glotka, resistiendo, en Dagoska, un asedio de las tropas fanáticas del Emperador Gurko, en el sur.
Los personajes se definen, mientras las situaciones quedan algo menos borrosas que en el anterior libro, ¡bien!
Los tejemanejes de Glotka atrapan como ningún otro personaje, y una termina el libro, deseando saber mas del taimado, malvado y autocompasivo inquisidor.
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