Hamlet 2: porque una secuela es posible, aunque todos los protagonistas murieran al final de la primera parte

Un homenaje gamberro a todas las pelis con profesores inspiracionales.
Dana Marschz (Steve Coogan) es un actor fracasado que enseña arte dramático en un instituto. Cansado de las obras que dirige, todas adaptadas de películas oscarizadas, y al borde del despido, decide escribir una obra, donde volcar toda la frustración y humillación que le ha causado su padre: Hamlet 2.
El film pasa sin pena ni gloria, no puedo destacar ninguna situación graciosa, por haberlas vistos infinitas veces antes. Solo despega, cuando en el tramo final se escenifica la obra, llena de números musicales con letras risibles (como la de Rock me sexy Jesus) coreografiados a la perfección.
Escrita por Pam Brady, una de las productoras creativas de South Park, cuando empiezas a ver la película, llena de gags inconexos, no sabes dónde clasificarla, es una broma gruesa, es una peli de instituto, es sobre la libertad de expresión, es sobre que muchas veces es mejor tener entusiasmo que talento... esto último se refleja a la perfección, por mucho que te entusiasme una idea, no significa que se pueda hacer una buena película de ella.
Puntuación: 5

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